ALCOHOL EN JÓVENES
¿Una enfermedad o un
entretenimiento?
La drogadicción es un grave
problema social. Según la O.M .S.
cada año crece el número de adolescentes que consumen bebidas alcohólicas en el
mundo entero.
El que cerca de 200 mil drogadictos mueran al año en el mundo indica el preocupante aumento en el número de personas que ingieren drogas ocasionalmente o que ya son adictos y que están fuertemente influidas o relacionadas con el aumento de la violencia social y la comisión de delitos.
El peligro social que representan las drogas, permiten afirmar con absoluta certeza que, por un lado la sociedad juega un papel protagónico en la influencia sobre los adolescentes, y por el otro, que es la misma sociedad quien con su apatía discrimina, corroe y humilla a los adolescentes que necesitan de su apoyo y limitan en sus capacidades para desarrollarse íntegramente.
El consumo de bebidas alcohólicas
ha sido siempre fuente de graves problemas, pero en la época actual sus efectos
negativos se han agravado por circunstancias nuevas. Una de ellas es que las
bebidas alcohólicas se han popularizado rápidamente entre los estudiantes y
cada vez son más jóvenes y señoritas las personas que beben. Las causas que
llevan a consumir alcohol a la juventud son múltiples y variadas.
CAUSAS DEL CONSUMO DE ALCOHOL EN JOVENES
-Para divertirse más y sentirse bien.
-Para olvidar los problemas.
-Por el gusto al sabor.
-Para desinhibirse y "quitarse vergüenzas" que les permita hacer cosas que de otra manera no harían.
-Muchas veces inciden los problemas familiares, sociales (necesidad de pertenecer a un grupo de iguales) y escolares.
Para algunos, significa el falso
atractivo de entrar en el mundo de los adultos y romper con las pautas que
marcan el universo de la niñez. Para los adolescentes el alcohol es como un
quitapenas que permitirían esquivar los limites que la realidad impone y
acceder a un mundo que ofrecería mejores condiciones y sensaciones. Para muchos más, en cambio, no hay verdadera
diversión sin alcohol de por medio, y ello porque el alcohol, aun
consumido en pequeñas cantidades, estimula la corteza cerebral y vuelve a las
personas más desenfadadas y chistosos. El problema es que tras esos primeros efectos
de euforia aparece una pérdida de autocontrol y las personas asumen conductas
que sin el catalizador etílico no serían capaces de adoptar.
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